Un tomate perfectamente maduro, fresco y ligeramente crujiente es lo mejor. Pero a menudo, mi ritmo de consumo no coincide con la velocidad a la que los frutos maduran completamente, y me quedo con un tomate blando y ligeramente podrido al final de la semana. Para evitarlo, me propuse probar varios métodos para conservar tomates. ¿El objetivo? Mantenerlos lo más frescos posible durante el mayor tiempo posible.

Cómo encontré la mejor forma de conservar tomates
Después de mucho investigar, encontré cinco técnicas diferentes para conservar los tomates. Las técnicas iban desde el clásico tomate de nevera hasta guardarlos boca abajo.
Los tomates: Compré ocho tomates en mi tienda de comestibles local, todos ellos de un tamaño relativamente similar. Quería comprar tomates que fueran fáciles de encontrar para la mayoría de la gente. También utilicé tomates que estaban empezando a madurar para que los métodos de almacenamiento tuvieran un efecto más notable.
El «control»: También incluí un tomate «control» como método, que consistía simplemente en mantenerlo a temperatura ambiente en la mesa de mi cocina, algo que mucha gente suele hacer.
El marco temporal: Dejé pasar 10 días de maduración y almacenamiento antes de examinar cuidadosamente el estado de cada uno de los tomates.
La prueba del sabor: Después de 10 días, probé cada tomate y les di una puntuación basada en el sabor general, la textura y la madurez, y busqué cualquier signo de sobremaduración, como papilla y arrugas en la superficie.
Valoración: Cada método se valora en una escala del 1 al 10, siendo 10 la puntuación perfecta y representando el tomate más fresco, y 1 el tomate menos fresco. Todo, desde la facilidad de uso hasta la comodidad de almacenamiento, pasando por el sabor en general, se tuvo en cuenta en la puntuación final. A continuación analizamos cada método que usé para conservar tomates, empezamos por los peores hasta llegar a los mejores.
1. Refrigeración sin tapar o cubrir
- Estado después de 10 días: Pálido e insípido
- Valoración: 2/10
Después de colocar mi tomate en un plato y refrigerarlo durante 10 días, efectivamente evitó que mi tomate se echara a perder. Sin embargo, con el frío viene la insipidez. Mi tomate se volvió de un color rojo pálido, y casi parecía ligeramente blanqueado por dentro. Si tienes que utilizar este método, te recomiendo que lo saques de la nevera al menos una hora antes de utilizarlo.
2. Refrigeración en contenedor cerrado
- Estado después de 10 días Carnoso y pálido
- Valoración: 2/10
Almacené mi tomate en un envase transparente con tapa durante 10 días. Esto produjo los mismos resultados que el tomate sin tapar, con la misma textura harinosa y gusto agrio. Ocupaba menos espacio que el plato en el que estaba mi otro tomate, pero la prueba de sabor dejó claro que este método no hacía otra cosa que arruinar un tomate en perfecto estado.
3. Dejar sobre la Encimera (el «Control»)
- Estado después de 10 días: Blando y poco duradero
- Valoración: 3/10
Tal y como pensaba, mi tomate languideció rápidamente en la cálida cocina de mi casa. El tomate sólo tardó cinco días en volverse blando y pastoso. Le doy una puntuación un poco más alta que a los tomates refrigerados porque en general el sabor era mejor, aunque el tomate tuviera una vida útil más corta.
4. Almacenar con el tallo hacia abajo
- Estado después de 10 días: Pérdida menor de humedad, pero aún delicioso
- Valoración: 9/10
Aprendí este método clásico de los agricultores en el mercado cuando era joven. Siempre creí que era un cuento, pero después de investigar un poco, descubrí que no era así. Cuando los tomates se almacenan boca arriba, el aire fluye fácilmente alrededor del tallo, lo que es una vía abierta para el moho y las bacterias.
Al poner el tomate boca abajo y almacenarlo, se crea una pequeña barrera contra el oxígeno, lo que frena el moho potencial. Una vez transcurridos los 10 días, había pequeñas marcas de pérdida de humedad alrededor del tallo del tomate, pero la firmeza y el dulzor del tomate seguían brillando maravillosamente. Recuerda almacenarlos en un lugar donde no reciba sol directo y donde la tempera no sea muy elevada.
5. Almacenar con el tallo hacia arriba tapado con cinta
- Estado después de 10 días: Delicioso y visiblemente inalterado
- Valoración: 10/10
Esta técnica en particular para conservar tomates es mi favorita. Es sencilla y rápida. La teoría es la misma que la de los tomates al revés, en la que se crea una barrera contra posibles trozos de bacterias y moho. Coloca un trocito de cinta adhesiva (de cualquier tipo) sobre la pequeña protuberancia del tallo y déjala ahí hasta que vayas a utilizar el tomate.
Me encantó ver que el tomate estaba prácticamente igual que cuando lo compré hacía 10 días. La piel estaba tensa, no había pérdida visible de humedad y, cuando presioné ligeramente el tomate, rebotó con facilidad. Una vez que esté listo para ponerlo en el menú, sólo tienes que quitar la cinta y cortarlos en rodajas.
De nuevo, saltarse el paso de refrigerar y dejar el tomate a temperatura ambiente hizo que mi comida de entre semana fuera fácil y accesible.
Si tienes un poco de cinta adhesiva a mano y menos de dos minutos de sobra, ¡cinta tus tomates! Fue la forma más fácil y eficaz de evitar que los tomates se estropearan demasiado rápido y los mantuvo frescos durante 10 días. Si no tienes, guardarlos boca abajo es la segunda opción. Déjalos siempre alejados del sol directo.
RELACIONADO: 4 Métodos para conservar frutas y verduras fácilmente en casa