Si no dispones de un jardín exterior, puedes empezar tu jardín de hierbas de interior con plantas de Lavanda. Sigue estos consejos para cultivar y cuidar con éxito plantas de lavanda en interior y tener un suministro inagotable de esta fragante hierba. Cultivar lavanda en interiores te da acceso durante todo el año a hermosas floraciones, fragancia fresca y saborizante para recetas.
En primer lugar, ¿se puede cultivar lavanda en interiores?
La lavanda puede cultivarse en interiores, pero requiere más atención que una planta de interior estándar. Esta planta herbácea perenne es originaria de las laderas cálidas, soleadas y secas del Mediterráneo y puede resultar difícil (pero no imposible) imitar su ambiente deseado en interiores.
Las claves para cultivar lavanda dentro de casa son elegir el recipiente adecuado, darle tanta luz como sea posible y seguir un régimen de riego cuidadoso.
1. Selecciona variedades enanas para cultivar en interior
Hay más de 450 variedades de lavanda, así que asegúrate de investigar y seleccionar la mejor lavanda para cultivar en interiores en función del uso que le vayas a dar.
Si quieres una variedad enana que perfume tus habitaciones durante toda la temporada, considera cultivar lavanda inglesa ‘Hidcote’ (Lavandula angustifolia): sus flores de color púrpura intenso pueden mantenerse densas fácilmente para cultivarlas en macetas.
Si deseas añadir hojas de lavanda dulces y ligeras a tus productos horneados u otras creaciones culinarias, considera cultivar lavanda inglesa ‘Munstead’. Si deseas añadir tallos de lavanda a un jarrón de mesa, prueba a cultivar ‘Kew Red’ o lavanda española, con sus vistosas flores. La lavanda francesa (Lavandula dentata) también es bonita a la vista con sus hojas dentadas, pero no es tan agradable para comer.
2. Opta por una maceta de terracota o cerámica
Las macetas de terracota o arcilla pueden ayudar a imitar su entorno natural de drenaje. La lavanda de interior se desarrolla mejor en una maceta de barro transpirable. La terracota, la arcilla o la cerámica son los mejores materiales porque son naturales, gruesos y duraderos. A diferencia del plástico o el metal, estas macetas no cuecen las raíces en verano ni las congelan en invierno.
Aíslan perfectamente del frío y del calor, al tiempo que garantizan la circulación del aire por la zona radicular.
Asegúrate también de que la maceta es lo suficientemente grande para permitir el crecimiento futuro. Las macetas de lavanda deben tener un mínimo de 30 cm de diámetro y profundidad. Si no quieres trasplantarla hasta dentro de un año o más, asegúrate de que la maceta sea al menos el doble de grande que el cepellón existente.
Por último, asegúrate de que la maceta tenga un gran orificio de drenaje inferior y un platillo de recogida. Evita las macetas de autorriego que tienen un platillo en el fondo, ya que el agua puede acumularse y pudrir las raíces.
3. Plantar en tierra bien drenada
Se recomienda utilizar mezclas de tierra que incluyan turba, arena de jardín, piedra pómez y perlita. La lavanda es famosa por su tolerancia a los suelos pobres. A diferencia de las plantas de interior y las hortalizas, prefiere los suelos arenosos, con grava y poco fértiles.
En una maceta de interior, el drenaje del suelo es especialmente importante. Hay que asegurarse de que el agua pase por la maceta lo más rápidamente posible y no se encharque ni se empape en el proceso.
Evita utilizar tierra para macetas o compost. En su lugar, busca mezclas de tierra que incluyan:
- Turba
- Fibra de coco
- Arena hortícola
- Piedra pómez
- Vermiculita o perlita
Hay muchas mezclas de tierra específicas para plantas disponibles en el mercado. Si lo desea, puede añadir guijarros de arcilla o gravilla en el fondo de la maceta para evitar la pudrición de las raíces.
4. Proporciónale mucha luz
Coloca tu planta de lavanda en un lugar cálido en verano y en un lugar ligeramente más fresco pero luminoso en invierno. El alféizar de la ventana de la cocina suele ser un buen lugar para cultivar lavanda en interiores; está al alcance de la mano mientras se cocina y es probable que tenga suficiente luz y circulación de aire.
Rota la planta semanalmente para que todos sus lados reciban entre 6 y 8 horas de luz solar directa. Un follaje pálido, menos flores y menos fragancia son síntomas comunes de que la planta no recibe suficiente luz solar.
Si es necesario, siempre puedes complementarla con luces de cultivo. Si tu casa está a la sombra de árboles u otras estructuras, la iluminación artificial -en particular las luces LED- puede aumentar drásticamente el éxito del cultivo de interior.
5. Riega la lavanda cuando la tierra esté seca
La lavanda es una planta naturalmente tolerante a la sequía a la que no le gusta la tierra muy húmeda. Según el clima y la humedad de tu casa, la lavanda de interior puede que sólo necesite regarse una vez cada dos semanas. Prefiere secarse entre riegos y luego recibir un gran chorro de riego de una vez.
La mejor forma de saber si la lavanda en maceta tiene sed es comprobar la humedad del suelo con la «prueba del dedo». Introduce el dedo seco a una profundidad de unos 5 a 10 cm en la maceta. Si sale con mucha tierra pegada, la planta tiene mucha agua y debe dejarse en paz.
Si la piel sale bastante limpia, es hora de regar. Vierte agua alrededor de la base de la planta hasta que se filtre por el orificio de drenaje inferior, luego detente y deja que tu planta la absorba.
En caso de que tu planta tenga tanta sed que se marchite, ¡no te preocupes! Por lo general, la lavanda puede soportar un periodo de sequía y se repondrá fácilmente con un riego abundante.
Cuidado con el riego excesivo. Es mucho más probable que los jardineros principiantes rieguen en exceso que por debajo. Demasiada humedad en el suelo puede hacer que la planta empiece a pudrirse desde las raíces. También puede predisponer a la planta a otras enfermedades. En caso de duda, deja que el riego se filtre por la tierra antes de volver a empaparla.
6. Regula la temperatura dentro de casa
Para obtener las mejores condiciones de cultivo en interior, mantén la temperatura entre 15 C y 20 grados celsius durante el día y al menos 10 grados menos por la noche. Mantén tu planta de lavanda alejada del flujo de calor de aire forzado y de las corrientes de aire frío.
7. Mantén niveles bajos de humedad
La lavanda prefiere un clima de baja humedad. La mayoría de los hogares tienen niveles de humedad relativa de alrededor del 40 por ciento, lo que es perfecto para el cultivo de la lavanda. No hay necesidad de añadir humedad extra.
8. Poda dos veces al año
Las plantas de interior deben podarse dos veces al año para favorecer un follaje y una floración más exuberantes.
Al igual que la lavanda de exterior, las plantas de interior necesitan podarse. Podar la lavanda en maceta dos veces al año garantizará que se mantenga compacta, no leñosa y estéticamente agradable. Además, fomenta un follaje y un crecimiento floral más exuberantes.
La primera poda debe realizarse en primavera, después del primer brote de flores. Cuando las flores empiecen a marchitarse, poda la planta a la mitad aproximadamente. Aprovecha esta oportunidad para darle la forma deseada.
En otoño, poda de nuevo la planta cuando empiece a marchitarse el último brote de flores. Esto puede ser un poco más difícil de determinar con las plantas de interior, por lo que es posible que desees controlar la luz del día y realizar esta poda alrededor de la época del equinoccio de otoño.
Recorta hasta dos tercios de su crecimiento, dejando sólo un par de centímetros de tallo verde por encima de la corona leñosa. De nuevo, aprovecha esta oportunidad para dar a tu planta una forma específica. Ten cuidado de no cortar las partes leñosas de la planta.
También se recomienda podar la planta un tercio antes de trasplantarla a una nueva maceta. Esto fomenta el desarrollo de las raíces en la maceta.
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